
*Investigación propia, en ningún caso publicaríamos investigaciones de nuestros alumnos.
En la actualidad, las tecnologías digitales desempeñan un papel predominante en la vida cotidiana, incluyendo la infancia. Es común observar a niños pequeños utilizando dispositivos electrónicos, mientras algunos padres recurren a pantallas para calmar a sus hijos incluso en la etapa de lactancia. Diversos estudios han señalado que los niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) tienen mayor acceso a estos dispositivos en comparación con sus pares sin el trastorno (Cavalli et al., 2018; Lo et al., 2023; Tong et al., 2016). Esta mayor accesibilidad suele estar vinculada a contextos familiares de menor nivel socioeconómico, lo cual ha sido destacado por Vohr et al. (2022).
Relación entre pantallas y TDAH
La facilidad de acceso a dispositivos electrónicos y el consecuente aumento en su uso representan un problema significativo para los niños con TDAH. Cavalli et al. (2018) y Tong et al. (2016) han evidenciado que esta mayor exposición a pantallas no solo incrementa el tiempo de uso, sino que también intensifica los síntomas característicos del TDAH. Por ejemplo, Levelink et al. (2022) señalan que la exposición prolongada a pantallas agrava los problemas de atención, especialmente en niños en edad preescolar. Además, Tong et al. (2016) advierten que el uso de dispositivos como herramienta de recompensa por parte de los padres puede fomentar conductas disruptivas, mientras que la falta de sueño derivada del uso excesivo de pantallas refuerza aún más la sintomatología (Thoma et al., 2020).
Consecuencias en el desarrollo
El impacto del uso excesivo de dispositivos electrónicos se extiende más allá de los síntomas del TDAH, afectando múltiples áreas del desarrollo. Basay et al. (2015), Paulich et al. (2021) y Vohr et al. (2022) han documentado cómo el tiempo excesivo frente a las pantallas afecta negativamente el rendimiento académico, así como el desarrollo cognitivo, psicológico y emocional. A nivel social, Thorell et al. (2022) destacan que los niños con TDAH suelen refugiarse en interacciones virtuales, lo que puede llevar al aislamiento y al refuerzo de comportamientos problemáticos. Por otro lado, Paulich et al. (2021) sugieren que, en ciertos casos, el uso de redes sociales facilita la expansión del círculo de amistades, aunque esta dinámica no siempre incluye a niños con TDAH.
Límites y recomendaciones
Existe un consenso generalizado sobre la necesidad de limitar el tiempo de uso de pantallas en niños. Basay et al. (2015) y Vohr et al. (2022) recomiendan restringir el tiempo a un máximo de dos horas diarias en niños mayores de dos años, ya que exceder este límite está vinculado a problemas conductuales, emocionales y cognitivos. Sin embargo, Jeong et al. (2024) argumentan que los riesgos asociados al uso de pantallas se incrementan notablemente cuando este supera las cuatro horas diarias, mientras que Paulich et al. (2021) consideran que incluso un uso moderado puede ser un predictor de dificultades académicas y conductuales.
Impacto en las relaciones sociales
El uso de pantallas tiene implicaciones directas en las habilidades sociales de los niños. Thorell et al. (2025) señalan que el consumo excesivo de tecnología puede interferir con la creación de relaciones presenciales, llevando a algunos niños con TDAH a depender de interacciones virtuales como una forma de evasión. Esto puede resultar en aislamiento social y en la perpetuación de patrones de conducta problemáticos (Lo et al., 2023). Sin embargo, Paulich et al. (2021) destacan que, en algunos casos, el uso de redes sociales facilita que los niños amplíen su círculo social y desarrollen nuevas amistades, aunque esto no siempre es el caso en niños con TDAH.
Conclusión sobre el impacto de las pantallas en niños con TDAH
La relación entre el uso de pantallas y el TDAH es compleja y multifacética. La evidencia sugiere que la exposición prolongada a dispositivos electrónicos puede intensificar los síntomas del TDAH y generar consecuencias negativas en el desarrollo psicológico, social y cognitivo de los niños. Por tanto, es crucial establecer límites claros en el tiempo de uso, fomentar actividades fuera de los entornos digitales y priorizar interacciones sociales cara a cara para mitigar estos efectos. Con un enfoque equilibrado, es posible reducir los riesgos asociados al uso de pantallas y, al mismo tiempo, aprovechar los beneficios potenciales de las tecnologías digitales.
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